jueves, 4 de diciembre de 2014

"Capítulo 12".

                                                     Amor En El Más Allá.

—¿En qué pensas? -preguntó, Carina.
—En nada, solo me duele la cabeza. -mentí. ¿Adónde vamos?
—Vamos a ir a la habitación en donde estás.
—¿Y cómo hago? -pregunté.
—Solo pensa en el lugar donde quieras ir y ya está -respondió.
—¿Así de fácil?
—Sí. -sonrió. Cerra los ojos y pensa en ir a tu habitación.

Cerré los ojos y pensé en mí habitación. Al abrirlos... ¡Estaba allí!

—Sebastián... -dijo, Carina.
—¿Qué? -pregunté, asombrado.
—En la habitación de la clínica, no en tu habitación. -dijo.
—Ah... perdón. -reí.

Hice lo mismo, cerré los ojos, pensé en el lugar y al abrirlos estaba en la habitación de la clínica. Mi hermana se encontraba al lado mío, llorando.

—Por favor, Sebastián. Tenes que despertarte. -dijo, Sol.
—¿Cuándo voy a despertarme? -pregunté.
—Cuando el dolor en tu cabeza se vaya. -contestó, Carina. Ahora tenemos que ir con Alejandro.
—No, no puedo dejar a mí hermana así. -dije.
—Sebastián, ella va a estar bien. Confia en mí, vamos con Alejandro, capaz que puedo recordar algo más.
—Está bien... -toqué el hombro de Sol. Te quiero, hermanita.

Me puse al lado de Carina y nos fuimos a la oficina de Alejandro.

—¿Nos vemos a la noche? -preguntó, Alejandro. Está bien, chau... besos.

Alejandro cortó su celular y marcó otro número.

—Hola. -dijo. Ya está el plan en marcha (...) no voy a cometer el mismo error que lo tuve con Carina, te lo dije millones de veces (...) ¿Y yo que iba a saber que Carina estaba escuchando atrás de la puerta? (...) tomé la decisión correcta (...) Carina fue y será una completa estúpida.

Mire a Carina y vi lágrimas en sus ojos, me partía el alma verla así.

—Tranquila. -dije.
—No puedo estar tranquila, Alejandro nunca me amó, no puedo recordar nada, no estoy en el cementerio, no puedo estar tranquila. -dijo, mirando con odio a Alejandro.

Carina miró la fogata y con su vista tiró un pedazo de tronco al piso haciendo que la alfombra se empiece a prender fuego.

—Mierda. Espera un segundo. -dijo, Alejandro.

Él se acercó y empezó a apagar el fuego con su pié.

—Me las vas a pagar, Alejandro. -dijo en frente de él.

Carina desapareció y Alejandro siguió hablando por teléfono. Fui a la clínica nuevamente y estuvo unas horas con mí hermana pero mi duda era... ¿Dónde estaba Carina? En todo el día no había aparecido. Pensé en donde podría estar, pero no se me ocurría... hasta que en un momento pensé en mi quinta. Cerré mis ojos, pensé en la quinta y al abrirlos estaba en la puerta.
Ingresé y vi a Carina llorando en el sillón; me acerqué lentamente a ella y me senté a su lado. Ella me miró y se largó a llorar de nuevo. En ese momento solo atiné a abrazarla.

—Tranquila, Cari. -dije.

Ella apoyó su cabeza en mi hombro y me abrazó fuerte. Minutos después dejé de abrazarla, sequé sus lágrimas con mi mano y nos quedamos mirando a los ojos por un largo tiempo, hasta que en un abrir y cerrar de ojos yo me estaba acercando a sus labios.



                                                           Continuará...

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