Amor En El Más Allá.
—¿Qué? -preguntó, asombrado. ¿Cómo es posible?
—No sé. -dijo, llorando. No puedo más, Sebastian. Esto no tiene fin.
—Ey, bonita no llores. Todo va a salir bien, tenes que tener paciencia como ya te lo dije. -dijo, Sebastián.
Mientras en la casa de Alejandro...
—¡Tanto tiempo! -dijo, al teléfono.
—¿Qué queres? -preguntó, una mujer.
—Hola, yo ando muy bien ¿Vos? -preguntó, Alejandro. ¿Esa es manera de hablarle al que fue tu yerno?
—Vos nunca la amaste a mi hija. -dijo, la mujer.
—Pero, Lili ¿Cómo vas a decir una cosa así?
—Mi hija está así por tu culpa. -dijo, enojada. Vas a caer Alejandro, yo sé que vas a caer. -dijo y cortó.
Mientras en la casa de Sebastián...
—Trata de recordar a algún familiar, algo. -dijo, Sebastián. Decime algún dato que te acuerdes.
—Sé que vivía en una avenida...
—Hace un esfuerzo. -dijo, Sebastián.
Nuevamente a Carina se le fue el color y aparecieron los empujones hacia atrás.
—¡No, no otra vez! -gritó, Carina.
Dicho a eso desapareció.
<<Después de esos empujones volví al mismo lugar, un lugar oscuro, donde sólo podía escuchar>>. Dijo Carina. <<Estaba tan asustada que no sabía que hacer, no aguantaba más esta tortura. Solo quiero un poco de paz, nada mas>>.
—Hija, mi amor. Tenes que ser fuerte, vas a salir de esta. Yo sé que vas a salir adelante. -dijo, Liliana llorando.
—¿Mamá? -preguntó, Carina.
<<No entiendo, ¡no entiendo nada! Quiero salir, quiero ver pero no puedo. Intento, intento, e intento... pero no puedo>>.
Mientras tanto, en la casa de Sebastián...
—Sebas, nosotros tenemos una charla pendiente. -dijo, Sol.
—Sí, ya sé. Termino unas cosas y hablamos. -respondió, Sebastián.
—Yo sólo quiero preguntarte algo...
—Decime. -dijo, Sebastián.
Sol lo miró y se quedó callada.
—Deja, no es nada. -contestó, Sol.
—No, decime.
—No, no... no es importante, es una pavada. -dijo y se fue.
—Ay, Carina... ¿Dónde estás? Me preocupas... -dijo, Sebastián.
Al cabo de unos minutos, Sol volvió a la habitación de su hermano.
—Sebastián, ¿puedo preguntarte algo? -preguntó, Sol.
—Por supuesto. -contestó, Sebastián.
—Vos... ¿Vos te enamoraste de la chica fantasma? -preguntó.
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario