sábado, 22 de marzo de 2014

"Capítulo 2".

                                           Amor En El Más Allá.

—¿Qué está pasando? -preguntó Sol, asustada.
—Anda a mi habitación. -dije.
—¿Qué?
—Haceme caso, anda a mi habitación. -repetí.

Sol me hizo caso y se fue.

—¿Quién sos? -pregunté.

Las luces, el celular y los parlantes se apagaron de golpe. Ese espíritu se había ido, volví a mi habitación y vi a mi hermana caminando de un lado a otro.

—¿Y? ¿Qué pasó? -preguntó. ¿Se fue?
—Tranquila, ésta noche si querés dormis conmigo.
—Es obvio que voy a dormir con vos, no voy a dormir con un fantasma en mi habitación.
—Mañana hablamos de lo que acabó de pasar. -dije.

Sol se acostó, yo me acosté a su lado y nos dormimos. Eran las cuatro de la madrugada y algo me despertó de golpe. Abrí mis ojos y en la punta de la cama vi a una mujer parada.

—¿Quién sos? -pregunté.
—Necesito ayuda. -dijo, ella.

Era la misma mujer que pedía ayuda a través de la radio y los parlantes.

—Solo vos podes verme. Ayudame, necesito saber que está pasando. -dijo y desapareció.

Al desaparecer un viento se introdujo en mi habitación. Al día siguiente me desperté y fui a la habitación de mi hermana para saber si ese fantasma aún seguía allí pero no había señal de ella.
Subí a mi camioneta y fui a una quinta que tenía en el campo. Llegué, hice algo de comer y escuché un ruido que provenía de las habitaciones de arriba.
La televisión se prendió y volví a escuchar esa voz pidiendo ayuda.

—Necesito saber quién sos para ayudarte, por favor mostrate. -dije.

Escuché una voz atrás mío, me di vuelta y ahí la vi. Parecía un ángel caído del cielo, rubia, de piel blanca, ojos color café. Era hermosa.

—Necesito que me ayudes. -dijo, triste.
—Primero necesito saber tu nombre.
—Me llamo Carina, Carina Zampini. -contestó.
—Carina, bien. -dije.
—¿Por qué nadie me puede ver ni escuchar? -preguntó.
—¿No sabés lo qué te pasó?
—No, no entiendo nada. Por favor necesito saber que me está pasando.
—Mira, Carina... a vos no te puede ver ni escuchar nadie porque vos estás...

Me miró con ojos tristes, ya entendiendo todo.

—No. -dijo, con los ojos llorosos. Yo no puedo estar muerta. Esto tiene que ser un sueño. Eso es mentira.
—No, no lo es. -dije.
—No... yo no estoy muerta. -contestó.
—Perdón pero... es así, por alguna causa falleciste y ahora tu espíritu tiene... -me interrumpió con un grito.
—¡NO ESTOY MUERTA!

Al gritar eso, las ventanas se rompieron y ella desapareció.

                                              Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario