miércoles, 9 de julio de 2014

"Capítulo 5".

                                                        Amor En El Más Allá.

—No entiendo nada. -dijo, Carina.

Notaba que ella estaba mal y varias lágrimas rodaron por su rostro. No aguantaba verla mal, me acerqué a ella y hablé.

—Tranquila, con el tiempo vas a entender todo. -dije. Tenes que tener paciencia.

Ella me miró y yo a ella. Me había quedado perdido en sus ojos.

—Eh... -habló y secó sus lágrimas. Tenes razón, necesito tiempo.
—Tiempo al tiempo. -sonreí.
—Tiempo al tiempo. -repitió y sonrió.

Cuenta el narrador...

Días después, Carina estaba en el despacho de Alejandro viendo y escuchando todo lo que pasaba. No podía creer que Alejandro haya hecho eso.

—Vos sabes que Carina nunca significó nada para mi. -dijo, Alejandro.
—¡Imbécil! -gritó, Carina.
—Ahora no te tenes que equivocar de nuevo. -dijo, el hombre. Si no fuera por tu error nadie sabría que Carina está muerta.
—Yo no me equivoqué, ella fue la que escuchó la llamada. -dijo, Alejandro.
—Vos pensaste que no había nadie en la empresa pero te equivocaste. -respondió, el hombre.
—Está bien, ese error fue mío. Pero la muy estúpida volvió para buscarme y escuchó todo. -dijo, Alejandro.

Flashback.

<<Volvía para buscar a Alejandro, le tenía que decir un par de cosas. Bajé de mi auto y me dirigí a la empresa, al entrar fui a su oficina y escuché que él estaba hablando por teléfono. Mi instinto me dijo que escuche y lo hice.

—No hay nadie, solo estoy yo. (...) sí, estoy seguro (...) invitaré a Carina a un parque (...) sí, haré todo bien (...) estaré unos minutos con ella y luego ya sabes...>>.

Fin del flashback.


<<¿Por qué no podía recordar lo que dijo? Quería pero no podía.>>. Pensó Carina.

—Carina está muerta, caso cerrado. -dijo, Alejandro. Nadie va a saber lo que hice.
—¿Qué pasa si lo averiguan? .preguntó, el hombre.
—Confía en mí. Nadie lo va a saber.

Siguieron hablando un poco más y luego ese hombre se fue.

—¡No puedo creer qué yo haya confiado en vos! -gritó, Carina.

Unas hojas que estaban arriba de la mesa se movieron.

—¡¿Cómo fui tan estúpida?! ¡Me usaste, nunca signifiqué nada para vos! -gritó, nuevamente.

El vaso que estaba lleno de agua se cayó, manchando algunas hojas.

—¿Carina? ¿Sos vos? -preguntó, Alejandro.
—¡Estúpido! -gritó.

El vaso se elevó y fue directo hacia la pared, haciendo que se rompiera en mil pedazos.

—Sos una estúpida, siempre lo fuiste. -dijo, Alejandro. ¿Pensás qué yo me iba a fijar en vos? Estás equivocada, nunca estuviste a mí alcance.
—¡Callate! -gritó, Carina.

Las hojas que estaban allí se elevaron y se desparramaron.


—Mi cielo, ¿por qué sos así conmigo? -preguntó, Alejandro. ¿Qué te hice?
—¡Callate, imbécil! -gritó, Carina.
—¿Me estás hablando? No te escucho, mi cielo. -ríe. Menos mal que no te escucho ni te veo, verte y escucharte sería una pesadilla.
—¡SOS UNA MIERDA! -gritó, furiosa.

Las luces explotaron y la lámpara gigante que había en la oficina se cayó, quedando totalmente a oscuras.

—Tranquilizate. -dijo, Alejandro. Que esto recién empieza. -ríe.

                                                   Continuará...

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