sábado, 29 de noviembre de 2014

"Capítulo 10".

                                              Amor En El Más Allá.

Cuenta Sebastián...


¿No cruzaba por mí? ¿Había escuchado bien?

—¿Cómo? -pregunté, sorprendido.
—Por vos, porque... tengo muchas dudas. -respondió, un tanto nerviosa. Por ejemplo, Alejandro, ¿por qué jugó conmigo?
—No sé, es muy raro todo esto. No sé como podes escuchar la voz de tu mamá...
—Capaz que... capaz que fue al cementerio, fue a llevarme algunas flores y empezó a hablarme. -dijo.
—¡Tenes razón! Pudo ser eso, que inteligente sos. -exclamé, sonriendo.
—¿En serio pudo ser eso? -preguntó, sorprendida.
—Sí. Seguramente tu mamá sigue ahí en el cementerio hablándote. -dije. Hay que ir para sacarnos las dudas.
—Sí, ella debe saber algo. Vamos.

Subimos a mi camioneta y nos dirigimos al cementerio de Buenos Aires.

Cuenta el narrador...

—¿Cómo estás, Natalia? -preguntó, Alejandro.
—Muy bien. -respondió, Natalia. ¿Y usted?
—Por favor, tuteame. -sonrió. Estamos fuera del horario de trabajo.
—Está bien. ¿Vos cómo estás?
—Muy bien ahora que te veo.
—Gracias... ¿Por qué me citaste acá?
—Porque quería decirte algo. -respondió.
—Soy toda oídos.

Mientras Sebastián manejaba, Carina trataba de recordar pero era imposible, entonces fue allí cuando algo en su cabeza le dijo que vaya con Alejandro.


—Sebastián, te veo allá. -dijo, Carina.
—¿Qué? ¿Adónde vas? -preguntó.

Pero ya era tarde, Carina en cuestión de segundos desapareció.

—Nati... ¿Puedo llamarte Nati? -preguntó, sonriendo.
—Llamame como quieras. -sonrió.

Dicho a eso Alejandro se acercó a Natalia y un poco de viento invadió el lugar. Sí, Carina estaba ahí.

—Desde que entraste a mí oficina me sentí atraído por vos. -dijo, Alejandro.
—Este lugar lo conozco. -dijo, Carina.


Flashback:

<<Habíán pasado seis meses desde que trabajaba con Alejandro y un día recibí un llamado de él diciéndome que me esperaba en el campo de sus padres a las tres de la tarde. Yo acepté y al llegar me dijo que se sentía atraído por mí>>.

Fin del flashback.

—¿Qué? -preguntó, Natalia.
—Sí, quería decírtelo hace tiempo, pero no sabía en donde y en que lugar. -respondió. Quería contarte esto acá porque en este lugar falleció una mujer a la que amé mucho... se llamaba Carina. Tuvo un accidente y murió. -dijo, con sus ojos llenos de lágrimas. Sé que ella estaría feliz de que yo rehaga mí vida con otra mujer.
—La amaste mucho, ¿no?
—Con mi vida, pero...
—¡Imbécil! ¡No podes ser tan caradura, Alejandro! -gritó, Carina.

Y en ese instante la taza de té que estaba arriba de la mesa se cayó, dejando que el té casi hirviendo cayera encima de Alejandro. Carina dicho a eso se fue con Sebastián.

—¿Dónde estabas? -preguntó, Sebastián.
—Fui con Alejandro. -respondió, seria.
—¿Recordaste algo?
—Sí, pero no es nada importante.
—¿Estás segura?
—Sí. -contestó. Alejandro estaba con Natalia y recordé cuando "me declaró su amor". -dijo, haciendo las comillas con sus manos.

Al llegar se bajaron de la camioneta y estuvieron unos minutos viendo las lápidas pero era imposible encontrar a Carina entre tantas personas.

—Mejor preguntemos en la entrada. -dijo, Carina.
—Buena idea. -dijo.

Ambos fueron pero no había nadie. Cuando Sebastián miró a Carina quedó anonadado, era tan hermosa, pensó.

—¿Por qué me miras? -preguntó, Carina.
—Por nada. Te miraba por mirar... Carinita. -dijo, Sebastián.
—Deja de llamarme así. -sonrió.

Para su mala suerte el hombre de administración llegó y al ver a Sebastián hablando solo, se lo quedó mirando extrañamente.

—Me gusta molestarte. -dijo, Sebastián riendo.
—Se nota. -respondió, ella.

Carina vio que detrás de Sebastián estaba el hombre con un raro gesto en su rostro.

—Sebastián...
—Te voy a seguir diciendo Carinita. -interrumpió, Sebastián.
—Seb...
—Porque sé que te molesta. -rió.
—¡Sebastián! -dijo, algo alterada.
—¿Qué pasa? -preguntó.

Carina señaló hacia atrás y Sebastián se dio vuelta. Al ver al hombre, rió.

—Disculpe, es que... estaba actuando para una obra de teatro. -dijo, Sebastián.
—Está bien... -respondió, no creyendole mucho. ¿Qué necesita?
—Necesito saber en que parte del lugar se encuentra un familiar mío. -respondió.
—Dígame el nombre.
—Carina Zampini. -contestó, Sebastián.

El hombre estuvo buscando unos minutos en la computadora hasta que se detuvo y lo miró a Sebastián.

—Perdón, pero... nunca fue enterrada Carina Zampini, es más, ni siquiera dice si murió. -dijo, el hombre.

                                                        Continuará...