sábado, 19 de abril de 2014

"Capítulo 3".

                                            Amor En El Más Allá.

Junté los vidrios con la escoba,  los metí en una bolsa y  llamé a alguien para que me coloque las ventanas.
Tocaron el timbre, fui a abrir y era el hombre al que había llamado.

—Bueno, dentro de dos días las ventanas están. -dijo, el hombre.
—Bueno. ¿Cuánto es? -pregunté.
—$140.
—Acá tiene. Gracias.

El hombre se fue y escuché la voz de Carina atrás mío.

—Perdón. -dijo. No quería hacer eso, no sé ni como pasó.
—Vos te alimentas de la energía de los vivos, por eso podes hacer eso. -contesté.
—De nuevo, te quiero pedir perdón.
—No hay problema, estoy acostumbrado.

Me quedé observandola por unos minutos y ella se sonrojó.

—¿Cuál es tu nombre? -preguntó.
—Sebastián, Sebastián Estevanez. -contesté.
—¿Por qué los muertos tenemos que cruzar?
—En la luz van a estar bien. Este mundo es para los vivos. -dije.
—¿Por qué no recuerdo nada? -preguntó.
—Con el tiempo vas a tener unos recuerdos cortos y poco a poco vas a ver la luz. -contesté.
—¿Por qué? ¿Qué va a pasar cuándo cruce?
—Dicen... que es un lugar muy hermoso. Vos todavía no la ves por un tema que tenes pendiende con alguien. -dije.
—No entiendo.
—¿Te arrepentis de haber hecho algo? ¿Tenes que pedir perdón? -pregunté.
—No, que yo recuerde no. -respondió.

En ese mismo momento ella cerró los ojos. Me acerqué a ella y le pregunté:

—¿Estás bien?
—Tuve un recuerdo... -dijo.
—¿Qué recordaste?

Ella tocó mi mano y vi lo que recordó.

«Un hombre al lado de ella lloraba y pedía perdón. Se levantó, la alzó y la metió dentro del auto. Mientras manejaba decía:

—Perdoname, yo no quise hacerte esto...

Estacionó en un campo oscurecido y repitió llorando "Perdoname, esto es lo mejor. Nadie lo tiene que saber".»

—¿Quién era ese hombre? -pregunté.
—Ese hombre era mi pareja... Alejandro. -respondió.
—¿Dónde vive?
—No recuerdo, sé donde trabaja. ¿Conoces la empresa fotografía Fraymar?
—Sí, ¿él trabaja ahí?
—Sí. -contestó.

Subí a mi camioneta y me dirigí hacia la empresa Fraymar. Estacioné mi camioneta y fui a recepción.

—Hola, buenas tardes. -dijo, la secretaria.
—Hola, busco a una persona. -dije yo.
—¿Nombre y apellido de la persona que busca? -pregunté.
—Alejandro Ortiz. -dijo, Carina.
—Alejandro Ortiz. -repetí.
—¿Quién lo busca? -preguntó, la secretaria.
—Un amigo de un conocido.
—¿Su nombre?
—Sebastián.

Agarró el teléfono y marcó solo dos números.

—Señor, lo busca un hombre llamado Sebastián. (...) ya le digo. -tapa con una mano el teléfono. Dice que no lo conoce.
—Eh... decile que era amigo de su novia, Carina.
—Señor, me informa que era amigo de su novia, Ca...

No terminó de decir el nombre y la secretaria me dijo "pase".

—Vaya al ascensor, piso ocho, puerta 32. -dijo, la secretaria.
—Gracias. -contesté.

Fui hacia el ascensor y apreté el botón ocho. Esperé unos segundos, las puertas se abrieron y me dirigí hacia la puerta 32.
Golpee la puerta y escuché un "adelante". Al entrar había cuatro cuadros con partes de una persona, una mano, un pie, parte de cabello rubio y una parte de la cara.

—Hola. -dijo, Alejandro.
—Hola. -contesté.
—Sebastián, ¿no?
—Sí. -contesté, seco.

¿Por qué le hablaba seco? ¿Estaba celoso?

—Vos dirás. -dijo. ¿Qué te trae por acá?
—¿Cómo falleció Carina? -pregunté, serio.

Su cara se puso pálida, agarró un vaso lleno de agua y tomó un sorbo.

—Carina... falleció en un choque... yo iba con ella, Carina manejaba y en un momento no sé que le pasó y chocó. -dijo.
—Está mintiendo, lo conozco. Está mintiendo. -dijo, Carina.

Tocaron la puerta.

—Adelante. -dijo, Alejandro.
—Señor... -dijo, una chica con ropa totalmente apretada.
—¿Si? -preguntó.
—¿Dónde lo espero?
—Anda al salón fotográfico.
—Okey. -dijo y cerró la puerta.
—Esa ropa la conozco... -dijo Carina pensando. Yo vi esa ropa antes.
—Bueno, yo me voy. Gracias por tu tiempo. -dije.
—Chau. -respondió.

Me levanté del asiento y fui hacia la puerta. Al salir de la empresa fui a mi camioneta, me subí y arranqué.
—¿Por qué decís que la ropa que tenía esa chica la conocías? -pregunté.
—Es que esa ropa la vi antes, no sé en donde pero la vi en otro lugar. -respondió.
—¿Vos pensás que Alejandro me mintió?
—Sí, yo estuve tres años con él y conozco cuando miente, lo que no se me ocurre es... ¿Por qué te mintió?

                                                     Continuará...